Paloma NAVARES

cantos rodados. de los sueños

  • AÑO: 2004
    DIMENSIONES: 125 x 125 cm.
    TÉCNICA: fotografía Endura, poliéster, silicona, metacrilato
    EDICIÓN: 7/7 + 1 PA
  • Páginas simbólicas que son las piedras, mapas del alma en los que se encuentran también la experiencia corporal del contacto con el agua del mar y los cantos rodados que fueron antes divertimento, intimidad, recuerdo y que han ido luego engrosando paulatinamente esa suerte de “biblioteca” increíble que ahora son. Como pequeñas notas apiladas sobre sí mismas, esas piedras esculpidas por el agua y el tiempo producen una extraña y nueva sensación al invitarnos a descifrar sus mensajes y atribuir a quienes pertenecen (si es que una vez escritas ya no son siempre nuestras) esas palabras, tan elocuentes en su silencio.

    Alguna vez, algún día, todos hemos escrito nuestros nombres en ese lugar especial que fue un árbol, un muro, una hoja. Paloma Navares convierte ese acto inocente, íntimo y banal de la escritura espontánea sobre un soporte aleatorio, en un poderoso ejercicio de memoria, en un homenaje a quienes tuvieron el valor de compartir sus más profundos temores, sus recuerdos, su melancolía e incluso las palabras con que firmaron su despedida. Reescritas para sí en un intimísimo performance anónimo, estas mismas palabras que ahora revolotean sobre piedras, trazan las estaciones de ese viaje a la memoria que guían las palabras de Paul Celan, Alejandra Pizarnik, Ann Sexton, Sylvia Plath, Alfonsina Storni, Virginia Wolf, Emily Dickinson, Camille Claudel, Cesare Pavese, Charles Beaudelaire, Albert Camus, Antonin Artaud, Franz Kafka, Carl Jung y tantos otros.

    Pilar Ribal

  • Exposiciones

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  • cantos del campello

  • AÑO: 2003
    DIMENSIONES: 97 x 32 x 32 cm.
    TÉCNICA: vídeo-escultura. estructura blanca, monitor, lector DVD. vídeo digital sonoro
    EDICIÓN: 5/5
    DURACIÓN: 2'07''
  • Un prisma vertical y dentro en el fondo, la imagen de un fragmento de la orilla del mar en movimiento.

    Paloma Navares juega en esta pieza con los contrarios: un contenedor y lo incontenible, lo oculto y lo visible, la ausencia y la presencia.

    El espectador se inclina, mira, descubre; está implicado. Este modo de enfrentarse a la obra presupone deseo, una mirada erotizada por el conocimiento y la curiosidad. En el interior la espuma crece hasta ocultar los cantos rodados sujetos en la arena, metáfora del individuo. Pequeños hilos de algas evocan el fondo marino, lo oculto, el inconsciente. Oimos el ritmo del agua, percibimos por ausencia el olor del mar. La espuma lo inunda todo y luego se retira. Volverá en un bucle continuo… el paso del tiempo.

    Si Boris Vian utilizó la espuma como metáfora sutil del devenir de “los días”, Navares la situa en un espacio-tiempo de ausencias. Un lugar desprovisto, lleno de significados.

    Valentín Ferrero.

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