Agustí ROQUÉ
going my way de la serie silent move (1989-1993)
DIMENSIONES: 33 x 76 x 46 cm
TÉCNICA: hierro
Calles silenciosas, calladas, indiferentes, transitadas por familiares y amigos, donde se conserva una quieta intimidad como una bucólica poesía. Perfumadas con las fragancias de un laurel, un ciprés o un ramo de crisantemos. La síntesis de todo un largo recorrido que comporta muchas experiencias y una infinidad de olores distintos es lo que tienen en común la serie «Silent Move», en particular la escultura Going my way – título tan paradójico como la obra misma-, y los cementerios. Una recuperación de las cajas de camión que quedan inmóviles en un rechazo, la última morada de la muerte y todo lo que envuelve el tránsito, es lo que ha hecho Roqué al pensar en el silencio como sentimiento universal. Es un poco la historia del mundo de la carga, del transporte de diversas cantidades de cosas de un lado a otro de la vida. Es una obra lírica con una respuesta emotiva y como toda gran obra, invita a reflexionar y pensar en diferentes tipos de carga y en las máximas variaciones relacionadas con los olores: el olor del hierro, el olor de la madera, el olor del asfalto, el olor de las mercancías y otros muchos más. El aire frío del acero, comparable al de los ángeles de los cenotafios, contrasta con el perfume que emana de los árboles, cuya madera ha servido para hacer parte de la escultura, Su forma redondeada y tensa sugiere infinidad de aromas según la experiencia y sensibilidad del espectador. Aceptamos que Going my way nos entre por la vista y el tacto, pero no podemos negar su placer olfativo. Y el olor es un placer estética y físicamente muy perceptivo, no simplemente por lo que nos sugiere de su anterior contenido, sino también por su materia intrínseca. Podemos cambiar el nombre de las cosas, pero su perfume, su esencia, no se altera; de ahí que Shakespeare nos diga: «A rose by any other name would smell as sweet.»
Roqué
Exposiciones
Febrero - Abril 1999- esencias5