Chema ALVARGONZÁLEZ
presencia
DIMENSIONES: 75 x 40 x 40 cm
TÉCNICA: hierro
MODALIDAD: escultura
Comenta Chema Alvargonzález en una entrevista con Stefano Gualdi que “la palabra, como la arquitectura, es el reflejo del estado colectivo del ser humano[1]”. No es de extrañar entonces que sus palabras (en hierro, luz, vídeo, foto…) se erijan como construcciones cuya forma – más allá de la limitación visual que nos confieren los materiales – esconden un lenguaje propio, cuya versatilidad ilimitada, ofrece a su espectador, sea cual sea su percepción, la posibilidad de extraer de ella aquella faceta con la que más empatizan, sacando a relucir su lado más auténtico.
Presencia fue concebida para honrar la memoria de Inés Suárez, quien desde su Plasencia natal rompió con los convencionalismos de su época y se hizo a la mar hacia las Américas.
Más allá de sus hazañas como colonizadora, lo que acoge la pieza es la intensidad con la que Inés Suárez vivió y tomó las riendas de su destino, dejando para la posteridad el rastro de una personalidad única.
De este modo, Presencia encierra en su grafología una historia – como la de Inés -, tan amplia e intangible como matices tienen nuestros sentidos, confinada en un cuerpo de hierro. Aun así, Presencia, como ente consciente y de naturaleza universal, rehúye de esta vasta piel que la mantiene estancada con la intención de cumplir el cometido de cualquier palabra de su envergadura: ser perpetua. Por ello intenta escapar, en un continuo movimiento que en ella se desvela a través de una evidente “lucha-danza” entre significado y significante, materia e idea, que físicamente la de deconstruye ante nuestros ojos. Una dicotomía que haya su equilibro en la expresión formal de la obra y todo lo que deriva: el peso del material, del aire que transpira, la luz que emana y con ella la sombra, cuya propiedad transmutable permite al cuerpo adquirir innumerables tonos, ambientes, mensajes, es decir, posee el espacio-tiempo; se presentan así todos aquellos registros etéreos que en principio parecen perderse en el aire, pero que realmente se alojan adormecidos, siempre atentos, en la parte más recóndita de nuestra memoria y haciendo acto de presencia, ya sea por traición o fortuna, ante el elemento más insignificante e insospechado.
En este caso, el peso de la luz y la forma de su sombra, el color, la textura sobre la superficie donde se proyecta, el aroma que desprende el polvo que contiene el aire mezclado con otros individuos a nuestro alrededor… Aromas, colores, texturas… Pueden azotar cuan punzada en el centro del pecho en forma de recuerdo o recorriendo como una pequeña luz fulgurante nuestra columna vertebral, es entonces cuando las palabras entran en juego y empiezan a brotar para permitirnos una reconstrucción fidedigna de nuestras vivencias desde su intangibilidad, demostrándonos que las presencias, como los aromas, están en continua circulación a nuestro alrededor.
Lilianna Marín de Mas
Abril de 2015
[1] Gualdi, Stefano; Chema Alvargonzález: reflejos de ciudad (Milano, 2001).
Exposiciones
Marzo - Mayo 2018- la necesidad de lo infinito. Monocromos en colección olorVISUAL