Duane MICHALS
the heisenberg magic mirror of uncertainly
DIMENSIONES: 20 x 25 cm (cada fotografía)
TÉCNICA: secuencia de 6 impresiones sobre gelatina de plata
EDICIÓN: 1/25
MODALIDAD: fotografia
La hija de Heisenberg
La luz de la ventana baña de blanco la habitación de la hija de Werner Heisenberg, el científico. Es una estancia limpia, huele a limpio. Desde que era niña ha visto muchas veces, colgados de las paredes de la casa, los retratos de la familia, las hermosas caras a las que, de algún modo, se parece porque la reconocen en silencio. Esas caras la han mirado siempre, detenidamente, pero la primera vez que ella lo advirtió fue cuando su padre se dispuso a leerle la historia de Alicia en el País de las Maravillas. Un reflejo de plata, casi imperceptible, resbalaba de entre las miradas de los retratos cuando oyó por primera vez el cuento de una niña que se halla ante el espejo. La hija de Heisenberg se olvida de todo mirando su propia cara, asombrada. El paisaje alemán que puede verse a través de la ventana le resulta tan indiferente como ella es indiferente al paisaje, quizás el paisaje de la isla de Helgoland. Sus ojos están recorriendo ahora las colinas de sus cejas, el profundo valle de su boca, las laderas de su nariz. Es la misma nariz de su padre, la nariz que tuvo que proteger de las alergias de Helgoland, la lejana isla que carece de polen. Mueve, gira, sacude una y otra vez su mirada en el espejo hasta que consigue hacerle desaparecer su propia cara. Los arabescos de sus orejas, sin embargo todavía están ahí, ese también es su pelo y ese es su cuello. Nunca consigue verse toda entera y tampoco está muy segura de lo que quiere ver. Lo había dicho papá, en una ocasión, después de tocar el piano y de releer a Goethe sobre el falso movimiento: «es imposible conocer con precisión absoluta la posición y la velocidad en las partículas subatómicas, dos de las magnitudes básicas de la mecánica». Asocia a su padre con un olor complejo e intermitente. Cuando está cerca es un aroma ligero, discreto; cuando se aleja, cambia profundamente y se convierte en ropaje suntuoso y rico. Un olor compañero. La luz en una fotografía, como en un espejo, alumbra unas zonas a costa de ensombrecer a otras. El lugar del espectador es inquietante porque es incierto.
Duane Michals
Exposiciones
Enero - Mayo 2019- la identidad perdida. el rostro, colección olorVISUAL