Las flores de plástico no mueren

Que quede bien claro: el personaje de esta serie de Luciana Crepaldi no es una romántica estúpida, renovando su creencia en la regeneración del hombre. Ella se interesa por los tulipanes blancos como una performance que hiere y seduce. ¿Se trata, tal vez, del fetiche de una solitaria? ¿Pero qué clase de solitud? Ella no tiene ningún gusto babaca[i] por la determinación que denota fragilidad, sumisión e insignificancia. No es la dama de las camelias. Puede ser dicho impunemente, incluso con una cierta sonrisa, que todos los sueños perfumados la envuelven, instrumento o escenario para una determinada actividad mágica o poética. No hay más mentiras, no se juega con el corazón: fin de las metáforas, reino del olor. Todo el espíritu de la chica huele a amarillo pálido; coloración dorada del mar al oscurecer; abejas ardientes zumbando y zigzagueando por los olores. La luz de los tonos de jardines invisibles; los tréboles lilas de las ilusiones perdidas; alecrín[ii] y canela; el zumo verde de una vieja música de los Titãs[iii]; una densa y selvática delicia de obra finalmente acabada.

Al ver este extraño rostro (¿feliz?), dopado por el olor de las flores inventadas, cualquier persona, conforme con su estado de alma, aprecia su arte y los pétalos de tulipanes con gran entusiasmo.

Antonio Júnior

[i] Babaca: expresión brasileña para determinar alguna cosa pasada de moda, hortera, idiota, sin sentido.

[ii] Alecrín: árbol verbenáceo de América meridional, cuya madera es parecida a la caoba, pero más pesada y de color más bonito.

[iii] Titãs: grupo de rock brasileño.