Moisès VILLÉLIA
s/t
DIMENSIONES: 170 x 295 x 295 cm
TÉCNICA: móvil de bambuesa guadua (bambú)
En cierta ocasión me preguntaron por mi flor preferida. «Las que cultiva mi mujer» fue la respuesta.
Siempre asocio la imagen de la flor con su olor. Quizás con mi contestación asociaba el olor de mujer como centro generador de perfumes.
Se ha repetido mucho la ironía crítica de decir: el primer hombre que comparó la mujer con una rosa, era un poeta, el segundo ya fue un imbécil.
De los animales las hembras varían más de olor que los machos. Definir una hembra con una sola imagen y un solo olor es una de las tantas manifestaciones de la estupidez.
En el estado de las flores mi sensibilidad actúa más por imagen que por olor. Los olores que me producen más afinidad son: hierba, árboles, musgos, setas, las transformaciones orgánicas que producen humus. Una de las formas de catalizar esta sensibilidad es cuando, con mi mujer, decimos: «el bosque ya huele a setas». Para nosotros, es la plenitud olfativa y visual. Podemos oler y también ver cuán minucioso es el paisaje en nuestras recolecciones.
Toda mi vida he manipulado materiales vegetales, lo que equivale a decir que mis cinco sentidos han actuado armónicamente. Hay perfecciones que solo se pueden deducir por el tacto, otras por la vista. Toda mi obra tiene sonoridad opaca. Me molesta lo hueco, me sugiere a falso. Y muchas veces tengo la necesidad imperiosa de degustar la materia prima. Es una manera de sentir el aroma más visceralmente.
El bambú es una gramínea como lo son el maíz, el arroz o el trigo. Me gusta el olor a paja, el de harina amasada con agua y la del pan recién cocido.
Me gustaría que mi escultura tuviese el perfume de las panaderías y que su forma sugiere todas las maravillas con sus correspondientes olores para seguir deseando el pan nuestro de cada día.
Moisés Villèlia
Exposiciones
Mayo - Septiembre 2011- olor. color