Víctor PIMSTEIN
muro de ladrillos
DIMENSIONES: 84 x 74 cm
TÉCNICA: óleo sobre madera
A diferencia de las imágenes pálidas que generalmente llamamos «recuerdo», hay momentos privilegiados en que un perfume, una esencia, nos asalta por sorpresa, arrancándonos violentamente del lugar y el tiempo que ocupamos para transportarnos a un lugar escondido, a un tiempo olvidado. La experiencia nos sacude con la intensidad de una tormenta y agita en el aire, ante y dentro de nosotros, los fantasmas de una habitación perdida, de una voz, de la luz que ilumina otros rostros, de un aire distinto.
Así, por un instante, tenemos el privilegio de vivir simultáneamente en tiempos distintos, de ocupar varios lugares a la vez. Desafiamos la tiranía del presente que nos encadena día tras día y lo relegamos a su justa importancia en el conjunto tránsito del vivir: la de convertir nuestro deseo en memoria y nuestro anhelo en nostalgia e imaginación.
Durante esos momentos, la vida se despliega en dimensiones y progresiones simultáneas y contradictorias.
Somos simultáneamente un «fuimos» y un «seremos». El presente se convierte en el cuerpo del tiempo, en la superficie tensa y vibrante en que convergen los reflejos de la luz densa que empuja desde las profundidades. En ese instante, el mundo adquiere una corporeidad tan exultante y rica, tan detallada y precisa que al pasar nos deja como náufragos, sorprendidos de encontrarnos aún con vida sobre la misma orilla donde estábamos al partir.
Es extrañamente conmovedor que ese perfume, ese perfume, ese perfume, esa esencia intensa, pasajera y volátil, que desencadenó la tormenta, no sea sino la llave de acceso a nuestra memoria, al territorio más profundo, más íntimo de nuestra imaginación. La memoria se sirve de la esencia para lograr hacerse presente, así como un espíritu puede servirse de cualquier cuerpo para manifestarse, dejándonos al desvanecerse el gusto amargo y pleno de nuestra propia mortalidad.
Busco pintar cuadros de esas esencias: caminos de acceso a la materialidad del tiempo. Quisiera que fueran capaces de extinguirse en el momento de ser vistos, así como ese perfume que parece desvanecerse, mientras realmente se ramifica a oscuras, trabajando la profundidad de nuestra memoria.
Como un perfumista, el abstracto de la alquimia medieval, busco destilar esencias, encontrar lo que parece haber de más puro, de más permanente en las cosas, el principio que las define y que se me escapa una y otra vez. Destilar es violentar, agredir la aparente integridad de la memoria. La integridad del mundo material es fragmentada usando la fuerza, es una forma de crueldad que renuncia al todo en el intento de apoderarse de esa partícula densa y volátil en que reside el secreto de su ser y su verdad última.
Espero que mis cuadros sean inquietudes, como un dèjá-vu, y que con una violencia contenida asalten a quien los mira, obligándole a buscar dentro de sí el lugar preciso que reclaman. Que sean de quien, al verlos, los hiciese tan suyos que sintiera que el pintor ha sido tan sólo el instrumento de quien él, como espectador, se ha servido para acceder a su propia visión.
Exposiciones
Julio - Septiembre 2015- SINESTESIA. colección olorVISUAL