Chema ALVARGONZÁLEZ
ciutat vella: fuego
DIMENSIONES: 105 x 32 x 53cm.
TÉCNICA: maleta con sistema de luz, espejo y fotografía color Duratrans
EDICIÓN: pieza única
MODALIDAD: fotografia
El fuego como lo que emerge del proceso de llegar a ser y desaparecer.
En el recorrido de la mirada por los lugares de la ciudad las imágenes se van almacenando en los pasajes de la memoria, hasta que un fuego detonado por el olor de las calles de la ciudad (Barcelona) inunda la imagen que estoy observando y esta imagen refleja en las llamas y el recuerdo arde en mi memoria.
Chema Alvargonzález, 04 2002
Exposiciones
- esencias8- eléctrico y lejano. Fotografía contemporánea colección olorVISUAL
calidoscopio alma flotante
DIMENSIONES: 111,5 x 43 x 38 cm.
TÉCNICA: estructura en aluminio con sistema interior en espejo, pantalla TFT y vídeo reproductor
EDICIÓN: pieza única
DURACIÓN: 1'01"
CALEDOSCOPIO Tentáculos del Alma El olor del recuerdo se extiende en mí Agarrándome las imágenes que habitan en lo mas lejano de mi memoria EXPLOTAN Piel Mar Atardecer en una playa Estiércol paseando por el campo Hospital Noche Cada movimiento de los tentáculos es una sensación Los reflejos se multiplican todo gira en la quietud Chema Alvargonzález
Exposiciones
- impacto!- arte esencial
compartimentos estancos
DIMENSIONES: 100 x 73 cm.
TÉCNICA: fotografía digital impresa sobre tela
EDICIÓN: 1/5
«Si el reconocimiento de un aroma tiene el privilegio de consolar, antes que ningún otro recuerdo, quizás sea porque adormece profundamente la percepción del paso del tiempo.»
W. Benjamin (Iluminaciones, Ensayos y Reflexiones)
Aromas de mar y multitud se acumulan en compartimentos estancos. Esta obra plena de fuerza y melancolía detiene el tiempo y nos transporta a las ruinas de los Banys de Sant Sebastià, balneario del barrio de La Barceloneta que hoy ya no existe.
Malena Clavier
Exposiciones
- olor de Cadaqués. Percepciones olfativas de la colección olorVISUALpresencia
DIMENSIONES: 75 x 40 x 40 cm
TÉCNICA: hierro
MODALIDAD: escultura
Comenta Chema Alvargonzález en una entrevista con Stefano Gualdi que “la palabra, como la arquitectura, es el reflejo del estado colectivo del ser humano[1]”. No es de extrañar entonces que sus palabras (en hierro, luz, vídeo, foto…) se erijan como construcciones cuya forma – más allá de la limitación visual que nos confieren los materiales – esconden un lenguaje propio, cuya versatilidad ilimitada, ofrece a su espectador, sea cual sea su percepción, la posibilidad de extraer de ella aquella faceta con la que más empatizan, sacando a relucir su lado más auténtico.
Presencia fue concebida para honrar la memoria de Inés Suárez, quien desde su Plasencia natal rompió con los convencionalismos de su época y se hizo a la mar hacia las Américas.
Más allá de sus hazañas como colonizadora, lo que acoge la pieza es la intensidad con la que Inés Suárez vivió y tomó las riendas de su destino, dejando para la posteridad el rastro de una personalidad única.
De este modo, Presencia encierra en su grafología una historia – como la de Inés -, tan amplia e intangible como matices tienen nuestros sentidos, confinada en un cuerpo de hierro. Aun así, Presencia, como ente consciente y de naturaleza universal, rehúye de esta vasta piel que la mantiene estancada con la intención de cumplir el cometido de cualquier palabra de su envergadura: ser perpetua. Por ello intenta escapar, en un continuo movimiento que en ella se desvela a través de una evidente “lucha-danza” entre significado y significante, materia e idea, que físicamente la de deconstruye ante nuestros ojos. Una dicotomía que haya su equilibro en la expresión formal de la obra y todo lo que deriva: el peso del material, del aire que transpira, la luz que emana y con ella la sombra, cuya propiedad transmutable permite al cuerpo adquirir innumerables tonos, ambientes, mensajes, es decir, posee el espacio-tiempo; se presentan así todos aquellos registros etéreos que en principio parecen perderse en el aire, pero que realmente se alojan adormecidos, siempre atentos, en la parte más recóndita de nuestra memoria y haciendo acto de presencia, ya sea por traición o fortuna, ante el elemento más insignificante e insospechado.
En este caso, el peso de la luz y la forma de su sombra, el color, la textura sobre la superficie donde se proyecta, el aroma que desprende el polvo que contiene el aire mezclado con otros individuos a nuestro alrededor… Aromas, colores, texturas… Pueden azotar cuan punzada en el centro del pecho en forma de recuerdo o recorriendo como una pequeña luz fulgurante nuestra columna vertebral, es entonces cuando las palabras entran en juego y empiezan a brotar para permitirnos una reconstrucción fidedigna de nuestras vivencias desde su intangibilidad, demostrándonos que las presencias, como los aromas, están en continua circulación a nuestro alrededor.
Lilianna Marín de Mas
Abril de 2015
[1] Gualdi, Stefano; Chema Alvargonzález: reflejos de ciudad (Milano, 2001).