A menudo me he preguntado cómo sería ser un sinesteta. Sólo puedo imaginarme lo diferente que sería mi trabajo y mi percepción del mundo. El color en mis cuadros se basa en un círculo cromático casi deformado, con una lógica invertida de colores complementarios y secundarios. Me es difícil expresarlo con palabras o explicitar qué normas sigue, pero el mismo sentido del color y las mismas relaciones cromáticas se repiten una y otra vez; es mi propia manera de entender el color. Sé que en una experiencia sinestética los sentidos se interrelacionan y obedecen a una lógica propia. Puedo imaginar que si el color, el brillo, la forma y el olor fueran de algún modo equiparables para mi, el olor de estas pinturas sería dulce, como de caramelos, pero de campo y de bosque al mismo tiempo, algo así como vainilla, regaliz y limón. Los olores se separarían y se mezclarían, quizá oscilando en intensidad.

Ruth Root