OLOR A ALQUIMISTA

El alquimista camina hacia su laboratorio mientras rumia en su mente que el esperan los cuatro elementos de siempre en la mesa y que después de una larga jornada de trabajo con ellos, cerrará la puerta, sin haber encontrado el quinto elemento.
Esto lo llevaba haciendo durante todos los días de muchos años.

Con el tiempo su laboratorio había adquirido un olor particular, ese olor macerado y espeso, compendio de la manipulación de todos los materiales, materias y elementos con los que trabajaba.

Incluso fuera del laboratorio, de vez en cuando, reconocía ese olor familiar que vendría quizás de su memoria, quizás de algún otro alquimista que se agrupaba con otros colegas en el mismo barrio. También los objetos que salían de su laboratorio transportaban ese olor.

Lo que él nunca supo es que ese quinto elemento, que con los años había llenado el espacio de todo su laboratorio, era la sustancia que dejaba escapar cada mañana cuando abría la puerta para empezar un nuevo día de trabajo.

Dario Basso
22.06.1998
Campello sul Clitunno.