Como pintor, tengo muy presente los olores de la esencia de trementina, el dammar, la almáciga, la sandáraca, al ámbar, la cera, el lino, la linaza y otros, que me han acompañado toda la vida.

En el silencio de la pintura, el olor no es el protagonista, pero en la contemplación de la misma puede aparecer la memoria del olor de lo representado. El olor de la tierra húmeda, de las flores, del mar, de los campos, del trigo…

En Cajas y cordel, la ausencia y el vacío quizá sean el tema del dibujo; el misterio con sus indefinidos olores donde la luz les da un lugar.

LUIS MARSANS