Valencia, pequeño supermercado chino cerca de la Estación del Norte. Nada más entrar, un olor fuerte y poco familiar. Cajas con verduras exóticas y estanterías llenas de alimentos extrañamente empaquetados, algas, fideos, arroz y soja.

En una esquina una mujer está sentada rodeada de periódicos, revistas y libros viejos que deben de ser novelas rosas y de aventuras. Toco los papeles y busco los tipos de letra que me gustan. Ella me ayuda y nos reímos.

Luego, en el estudio,  elijo cuidadosamente varias páginas de uno de los libros. Estos plásticos transparentes con los que trabajo permiten guardar en sus celdas casi de todo, también un olor.

María Aranguren