Joan CRUSPINERA
rostre
DIMENSIONES: 130 x 162 cm.
TÉCNICA: óleo sobre tela
Subtitulado: «El baile de los sentidos»
El rostro humano es una imagen fundamental y genérica, recurrente en la mi obra. Es el lugar donde da lugar lo anímico con sus infinitas fluctuaciones y donde se alojan las principales herramientas para percibir y crear comunicación con el mundo circundante. Es la sede de la vista, del oído, del gusto y del olfato.
Utilizo el rostro como objeto manipulable que favorece la transformación pictórica: distorsión, fragmentación, ampliación… Es el punto de partida para una construcción que crece asintóticamente hasta a una culminación.
Es el espacio pictórico, los órganos de los sentidos queden liberados de la gravedad, y agitados como si estuviesen en la intemperie. Unos cuantos derribos y las piezas del rompecabezas fluctúan entre el abstracto y el real. Las orejas ganan unos ángulos rectos, el ojo para su socio y llega a ser el eje principal de la nueva ordenación. La boca atraviesa oblicuamente la zona y los orificios de la nariz se multiplican. Se establece una especie de diálogo donde juegan las piezas en su autonomía, en sus encuentros y en su interacción. Se ha creado un espacio barroco donde las formas han perdido su calidad descriptiva, se han hecho sugestivas y se parecen en este punto al carácter volátil de las sensaciones olfativas.
Joan Cruspinera
Exposiciones
- essènciessuggestió olfactiva
DIMENSIONES: 100 x 100 cm.
TÉCNICA: óleo sobre tela
Obra pictórica en tres actos.
Una idea preconcebida condiciona el desarrollo de la obra y dibuja una estricta escenografía que reduce el margen para la improvisación. Tres ventanas estructuran el espacio cuadrado. Organizados en collage, los sucesivos planos incluyen cada uno al su centro a un protagonista. La yuxtaposición de las escenas por las cuales transita el ojo transmiten así un discurso fragmentado. El sentido de la obra recae en la interrelación que se establece entre las tres imágenes que la componen.
En la base que se extiende en todo lo ancho de la tela, el cuerpo vegetal y orgánico donde aparecen las raíces entrelazadas se presenta en su estado sucio. Los colores oscuros y las pinceladas matéricas remiten al mundo de los olores en el su origen. El substrato compacto abre brecha hacia la zona superior, done acampan dos formas afiladas, cada una alojada en su ventana respectiva, con telón de luz o de sombra. El rostro oculto intenta forjarse una identidad diferente. El simulacro es parte del juego de la seducción. Desde la penumbra la máscara contrapone sus trompas olfativas a la silueta punzante de una flor, la forma de la cual resalta sobre el fondo de lino virgen. El efecto de contraste surge entre el artificio y aquello natural, aquello equívoco y la fugacidad, aquello ambiguo y aquello efímero. La obra «Sugestión olfativa» se distingue plenamente de «Rostro», realizada en 1992. La segunda propuesta sobre el tema de les esencias es un trabajo principalmente intuitivo y está basada en gran medida en la improvisación.
Joan Cruspinera