Álvaro NEGRO

bather

  • AÑO: 2003
    DIMENSIONES: 75 x 100 x 12 cm
    TÉCNICA: impresión duratrans montada en caja de luz
    EDICIÓN: 1/3 + 2AP
    MODALIDAD: fotografia
  • El hecho de bañarse implica literalmente someter el cuerpo al influjo de un agente físico que produce un efecto inmediato en el mismo. Quizás el más obvio sea el de templar nuestra temperatura, efecto que nos produce un instantáneo relax fronterizo con lo anímico y lo somático. Tal sensación nos relaja y, sin embargo, agudiza un estado de conciencia más preclaro que nos acerca al famoso «efecto eureka», como cuando Arquímedes llegó a la solución de la medida de los volúmenes irregulares estando sumergido, sintiendo la levedad de su cuerpo en el agua. Podría deducirse que la relajación de los sentidos es inversamente proporcional al aumento de la sagacidad para descubrir y entender lo que está disimulado o encubierto en la realidad, cuestión que también nos ocupa a los artistas, pues ¿cuál es si no nuestra obsesión, la que nos empuja a un proceso infinito de investigación cuyos restos, las obras, apenas son la punta del iceberg?

    La imagen fotográfica Bather tiene su intrahistoria, la de un baño en la ciudad de Basilea. Era un día de junio de calor intenso y húmedo, de los que te hacen desfallecer. Un grupo de amigos bajábamos desde el Kunstmuseum en dirección al río y en un cruce nos encontramos con unos niños bañándose en una fuente pública. Ni cortos ni perezosos nos quitamos la edad y la ropa, y nos introdujimos en ese particular frigidarium improvisado. Los niños asistían estupefactos a nuestros múltiples juegos acuáticos: entre zambullidas y chapoteos la felicidad del momento nos desinhibió y montamos una buena escandalera con algunas escenas acuáticas que quedaron registradas en mi cámara de vídeo. Meses después, revisando las imágenes, encontré el frame que terminó por traducirse en la imagen fotográfica de Bather, el cual apareció como una iluminación independiente de los demás fotogramas: era una cesura en el devenir de lo que acontecía. La óptica de la cámara y la propia resolución videográfica produjeron la conversión de una salpicadura de agua en gesto lumínico y los colores saturados y la borrosidad del motivo contribuyeron a que la imagen adquiriera una presencia que iba más allá de lo representado.

    Terminado nuestro baño nos dirigimos a la ribera del Rin para tomar un refrigerio y sestear. Ya con los ojos cerrados sentía el sol sobre mis párpados como un claroscuro anaranjado. Desde la duermevela caí en un sueño que volvió a sumergirme en el interior de la fuente, ahora mucho más grande; buceaba y buceaba, y todo se transformó repentinamente de tal suerte que me vi como un feto en el vientre materno. De aquello no recuerdo mucho más que una penumbra ilimitada, profunda, y una poderosa sensación olfativa: el intenso aroma a lirios del líquido amniótico. Cuando me desperté no había flores alrededor pese a que la sensación del olor a lirios permanecía. Mi olfato disminuyó sin embargo según se desperezaban mis otros sentidos. Me deleité con el paso de los cargueros y el sonido de la ciudad, y finalmente regresé al mundo.

    Álvaro Negro Romero. Roma, 24 de noviembre de 2017

  • Exposiciones

    - eléctrico y lejano. Fotografía contemporánea colección olorVISUAL